Saturday, November 04, 2006

APUNTES TEMPLO GRIEGO

El templo griego. Evolución y características generales.
Desde el origen de la revolución urbana que tuvo lugar en el Próximo Oriente más de dos milenios antes de la aparición de las ciudades griegas, uno de los elementos clave que distinguen la ciudad y la separan de la aldea prehistórica es la presencia de unos edificios especiales: el templo, eje de la vida religiosa, y el palacio, sede del poder civil.
Cuando se estructura la ciudad griega, en la época arcaica, el poder real ya ha desaparecido del mundo helénico, sustituido por los grupos aristocráticos, que son los que detentan el poder; no hay pues, palacio en las ciudades griegas. Los únicos edificios que destacan por encima de la mediocridad constructiva de las viviendas particulares son los templos, ya que tampoco existen edificios monumentales destinados a la vida civil colectiva, que no aparecerán hasta más tarde, cuando el proceso histórico esté más maduro. Nunca alcanzarán, sin embargo, la magnitud de los templos. Así, en la historia del arte griego, tratar de la arquitectura es tratar de los templos, ya que no hemos de ocuparnos de aquellas construcciones que están al margen de los problemas estéticos, como es el caso, por ejemplo de las murallas y fortificaciones.
El templo griego es una creación de la época arcaica, basada en elementos anteriores. Los edificios anteriores al siglo VII eran en buena parte de madera y no se han conservado. Además, la continuidad de los lugares sagrados, obligó a edificar los templos nuevos sobre los antiguos, borrando sus vestigios. Sólo podemos conocerlos cuando la piedra y el mármol se imponen como elementos constructivos, y este fenómeno aparece cuando nace la polis. La sustitución se hizo de forma gradual, y Pausanias todavía vio columnas de madera en algunos templos.
No se puede hablar del templo griego hasta los años finales del siglo VIII. Hasta entonces, el escenario del culto consistía un espacio acotado (témenos) o bien en simples casas donde se efectuaban las reuniones religiosas. Las primeras ceremonias religiosas se celebraban al aire libre, probablemente dentro de cierto marco sugerido por la conformación natural de las inmediaciones, por ejemplo un claro en medio de bosquecillos, es decir, dentro de un marco cercado, pero no construido. Cabe suponer que el punto de partida de la construcción de un refugio o casa para el ídolo (símbolo de la deidad) debe haber sido el reemplazo de un objeto puramente natural (una piedra especial, por ejemplo) por un símbolo antropomórfico.
El templo griego está destinado exclusivamente a ser morada de la divinidad y cobijo de la imagen del culto a que estuviese dedicado (casa de un dios o de una antigua fuerza natural que se materializa en una estatua antropomórfica). Esta morada protectora del dios no daba cabida a los fieles, cuyo acceso les estaba prohibido. No se celebraba liturgia alguna en el interior. Las ceremonias, sacrificios y ofrendas se realizaban delante del templo, donde se colocaba el altar, permaneciendo su puerta abierta y así podían contemplar a su divinidad.
El tratamiento espacial que puede haber recibido el templo en los estadios primitivos debe haber sido muy limitado (acorde con la estatua alojada en él). Cuando la estatua es grande, el edificio requiere también grandes dimensiones. Externamente, la envoltura arquitectónica se convirtió en símbolo del esplendor y grandeza de la deidad, y en este proceso quedó establecida la forma particular de tratamiento que estaba destinada a desempeñar un papel integral en el diseño de los templos griegos en toda la historia de su desarrollo. Así como la vivienda humana debe partir de su estructura interna e incluso sus vanos se generan desde dentro, el templo, por el contrario, carece de complejidad interna y por lo tanto toma como punto de partida el efecto externo, como envoltura del ídolo que se aloja en él, no como sede de una asamblea de fieles. Incluso en sus estadios más avanzados, el templo griego no fue nunca un lugar de reunión y sólo ofreció las comodidades indispensables para el ritual. Cualesquiera que fueran los cambios operados en lo relativo a su tamaño y estilo, nunca dejó de prevalecer su aspecto externo, concebido más escultórica que arquitectónicamente.
El vínculo conocido más importante entre la morada construida para los dioses y la construida para el hombre, en tierras griegas, es tal vez el megarón de los palacios de Micenas y Tirinto. Y aunque el complejo doméstico de los palacios micénicos se halla rodeado de otros elementos y sólo permiten un tratamiento frontal, el espacio diferenciado del vestíbulo y del porche del megarón es un antecedente digno de destacarse de la posterior estructura del templo griego. Aunque ambos tenían una planta similar, el megarón, a diferencia del templo griego, formaba parte de un conjunto doméstico orgánico, mientras que el templo es una unidad aislada, abarcable por la vista por todos sus lados, como una escultura.

Tipos de planta
Prototipo básico del templo dórico (el más corriente en Grecia) era un simple templete consistente en una celda con un sólo techo, con una entrada en la pared del Este. A partir de esta forma primitiva, se desarrolló la serie de tipos de templo que Vitrubio clasificó de acuerdo con la disposición de las columnas, señalando cuatro tipos generales: "in antis", "próstilo", "anfipróstilo" y "períptero".
El factor común a todos estos tipos es la cella rectangular, que se mantuvo sin cambios importantes a lo largo de la historia del templo griego. La introducción de columnas internas en una etapa relativamente temprana no puede considerarse como una modificación orgánica.
Otro criterio para clasificar los templos es el número de columnas que presentan en el frente; así, los perípteros reciben el nombre de hexástilos, octóstilos, decástilos y dodecástilos, siendo el primero la forma más común y la mínima para el tipo de templo períptero. La disposición octóstila es rara y su ejemplo más característico es el Partenón.
En términos generales, el templo períptero se compone de una cella rectangular que contiene dentro de su volumen una organización variable de estancias y que generalmente tiene tres naves separadas por dos filas de columnas. En torno a ella se levanta la pantalla de columnas, las cuales, junto con su entablamento, constituyen el "orden". El conjunto se cubre con un tejado a dos vertientes con un frontón a cada lado. La estructura de las paredes de la cella y la columnata descansa sobre tres escalones que se denominan, en conjunto, "crepidoma", que sería el elemento básico para resolver la contradicción entre la natural irregularidad del sitio donde se levantaba el templo y la horizontalidad final de la superestructura. El escalón de arriba se conocía con el nombre de "estilóbato". En general, la crepidoma constaba de tres escalones, y éstos, en el siglo VI, parecen haber servido adicionalmente como simples gradas de acceso al templo. Sin embargo, este aspecto práctico fue abandonado posteriormente, a causa de la necesidad de mantener la proporción entre la crepidoma y la altura del templo, cada vez mayor. De este modo, en el siglo V el estilóbato se hallaba a una considerable altura sobre el nivel del piso circundante, y el acceso al templo se aseguraba merced a escalones intermedios, proporcionados a la escala humana. No siempre se utilizaron escalones intermedios suplementarios para compensar la altura de la crepidoma, sino también rampas.
Tanto las dimensiones del conjunto de la construcción como las de cada una de sus partes estaban perfectamente trabadas y relacionadas, no siendo independientes unas de otras, sino estando todas en función de una unidad de medida y armonía llamada "módulo". En general, el módulo es el radio o el diámetro de la columna en la base del fuste, y cada dimensión hace referencia o está relacionada con esta medida. Lo que los arquitectos griegos llamaban "eurythmia" es la determinación de las medidas generales y las de las partes en función del módulo. Vitrubio escribe que la eurythmia se obtenía al establecer "una justa proporción en las disposiciones generales del edificio, poniendo en relación la altura con la anchura, la anchura con la longitud, y haciendo concurrir también todos los detalles a la perfección del conjunto". La justa proporción es el valor de la relación de las dimensiones de las partes entre sí, entre el diámetro de la columna y su altura (en los templos dóricos, 5, 6 ó 7 veces el diámetro), entre el entablamento y la altura de las columnas y entre los intercolumnios. Lo que hemos dicho de la crepidoma se debe también a la eurythmia: si todas las proporciones del templo aumentaban, también debía hacerlo ella, abandonando así su primitiva función de escalera para convertirse en una parte más del conjunto arquitectónico y teniendo que ser suplida en cuanto a su función primitiva por escalones adicionales o rampas.
Los órdenes arquitectónicos
El elemento básico de la arquitectura griega es la columna, soporte por excelencia, que recibe el nombre de "stylos" (= algo que está de pie). El término columna que nosotros utilizamos procede del latín. Sobre ella se levanta siempre en Grecia un sistema arquitectónico adintelado, a base de vigas horizontales, lo que confiere a la obra una tremenda sensación de quietud, de serenidad y estabilidad. La columna y el conjunto de elementos que ésta soporta se pueden articular de diferente manera, a cada una de las cuales se le denomina "orden" o "estilo" arquitectónico. En Grecia existen tres: el Dórico, el Jónico y el Corintio.
El orden dórico es el más antiguo de todos, así llamado por creerlo una creación de los dorios. Fue utilizado sobre todo en la Grecia Continental y en la zona más occidental del mundo heleno: Sur de Italia (Magna Grecia) y Sicilia.
Tiene como base un pedestal con tres escalones, el superior conocido como estilóbato. La columna carece de basa y se asienta directamente sobre él. El fuste raramente es monolítico; lo más corriente es que se componga de tambores superpuestos. Está estriado en acanaladuras de arista viva en número variable de 16 a 24, generalmente desde el siglo V de 20. El diámetro del fuste mengua desde el estilóbato al capitel, pero esta disminución no se verifica de un modo regular, sino que el tronco de la columna se hincha ligeramente en el llamado éntasis. Antes de tocar el capitel, tres surcos del fuste señalan el cambio de elemento. El capitel consta de una moldura fina (collarino), un núcleo principal en forma de plato macizo (equino) y un prisma cuadrangular (ábaco) que remata la columna.
Encima del ábaco descansan tres miembros horizontales del entablamento: el arquitrabe, el friso y la cornisa. El arquitrabe no es sino una gran viga de piedra acostada sobre las columnas y generalmente carece de adornos. Sobre él, separado por una cinta fina llamada tenia, cabalga el friso, que es una segunda viga en cuyo interior alternan los triglifos (rectángulos divididos en tres listeles verticales por dos surcos y dos medios surcos) y metopas (losas cuadradas, lisas o con decoración pintada o esculpida). Al pie de cada triglifo se encuentra una varilla de piedra llamada régula adornada con gotas. La cornisa consta de un alero ancho (geisón), una moldura llamada sofito y una sima o cimacio, que admite decoración variada. En los lados menores del edificio existe, además de la horizontal, una cornisa ascendente que sigue la línea de doble vertiente del tejado y limita el gran triángulo del frontón.
El orden jónico nació en Asia Menor como producto griego con ligeras influencias orientales. La planta y la base son similares a las del orden dórico, pero la columna posee ya una basa. La basa jónica se compone de un plinto, tres pares de molduras convexas (baquetones) separadas por dos molduras cóncavas (escocias) y en lo más alto una gruesa moldura convexa (toro). La basa ática es más sencilla: dos toros separados por una escocia. El fuste tiene 24 acanaladuras verticales separadas por listeles. Carece de éntasis y suele ser monolítico. El capitel posee un equino cubierto de ovas, una voluta y un ábaco decorado con hojas o dardos.
En contraste con el arquitrabe dórico, que es liso, el jónico esta dividido en tres bandas horizontales llamadas fascias. El friso es corrido, permitiendo los relieves decorativos. Sobre los pórticos laterales del templo, donde resbalaba el agua de la lluvia, se encuentran cabezas de animal (gárgolas) que disimulan los horificios de desagüe. Tanto en las esquinas del edificio como en el vértice alto de los frontones, se levantaban grandes adornos en forma de monstruos o figuras humanas (acróteras). En cuanto a la cubierta, suele ser de tejado a dos aguas que descansa sobre un armazón de vigas maestras. En el tejado alternan las tejas en forma de "tégula" con los "imbrices", ambas de ladrillo en la época arcaica y de mármol en la clásica.
Es típico del jónico el sustituir, a veces, las columnas por mujeres u hombres que sostienen la techumbre. A estas esculturas se las llama cariátides o atlantes. En las auténticas cariátides, a diferencia de los atlantes, sus cabezas se unen al entablamento por medio de unas cestas florales que llevan sobre aquéllas, evitando así la sensación de esfuerzo.
El orden corintio. Casi es meramente el ornato la diferencia entre el jónico y el corintio. Este último es el más tardío en Grecia, no apareciendo sino después de la floración de los otros órdenes. Se justifica su origen recurriendo a la leyenda de que un día el orfebre Calímaco quedó sorprendido al ver en un jardín el bello espectáculo de que un brote de hojas de acanto creciera en torno a un cesto de ofrenda cubierto por una losa. Admirado del bello espectáculo decidió esculpirlo. Dícese también que este orden es un jónico evolucionado.
La columna corintia tiene base y fustes idénticos a la jónica pero su altura es mayor. El capitel es mucho mayor que los anteriores e igual a 2 1/3 módulos y en el orden es el que marca la distinción. Tiene la forma de una campana invertida, en cuya parte baja hay dos hileras de ocho hojas de acanto y de entre las hojas de la segunda hilera salen ocho caulículos o tallos de los que sobresale un cáliz de donde emergen las volutas que soportan los ángulos del ábaco. La flor central tiene la forma de palmera. En cada cara la moldura del ábaco está curvada hacia el exterior coincidente con las volutas del capitel. A veces, se presenta este capitel sin tallos ni volutas.
El entablamento del orden corintio mide1/5 del total del orden y su disposición es aproximada a la del orden jónico aunque con las molduras más acentuadas.

Correcciones ópticas.
Además de la coloración del templo, hay otro elemento importante a tener en cuenta: las correcciones ópticas que se observan en los templos dóricos y que son particularmente refinadas en el Partenón. Se trata de una desviación del paralelismo de las líneas que se explica por el deseo de los arquitectos de que las formas del edificio se adaptaran a la visión del espectador. Las principales modificaciones de este tipo observables en los templos dóricos son las siguientes:
1ª. Curvatura del estilóbato y del entablamento. Penrose opina que originariamente debió curvarse el entablamento para contrarrestar el efecto de pandeo provocado por la forma en pendiente del frontón y que, a fin de mantener uniforme la altura de las columnas, se había hecho seguir al estilóbato la misma línea así establecida.
2ª. Inclinación de las columnas hacia adentro para impedir la sensación de caída y crear el llamado efecto piramidal.
3ª. Éntasis. Se trata de un ligero engrosamiento de la columna para evitar el efecto de concavidad o fragilidad que acompaña siempre a las columnas totalmente cilíndricas.
4ª. Aumento del diámetro de las columnas de los ángulos. Parece haber respondido al deseo de anular el efecto de debilidad que se produce en ese punto, en el que frecuentemente se ve la silueta de la columna recortada contra el cielo.
5ª. Declive del arquitrabe hacia adentro.
6ª. Desigual distancia de los intercolumnios.

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