Saturday, November 04, 2006

IMPERIO ROMANO

Las Guerras Púnicas obligaron a Roma a salir de sus fronteras naturales, la península Itálica, y poco a poco adquirió nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.
Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto fueron difícilmente gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer la autoridad sobre las tropas, de cara a obtener réditos políticos. Así fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal fue el poder. Este fue el caso de Julio César, quien no sólo amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió por vez primera la autoridad del Senado romano.
El Imperio Romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la República romana.
El Imperio de Augusto (31 ad C-14 d C)
César Augusto
Octaviano, más conocido como Augusto, aprendió de la caída de Julio César y evitó sus errores. Con la victoria de Octavio sobre Marco Antonio, la República se anexionó de facto las ricas tierras de Egipto, .
En el año 27 ad C se estableció una ficción de normalidad política en Roma, otorgándosele a Agusto, por parte del Senado, el título de Imperator Caesar Augustus (emperador César Augusto).
En el plano militar Augusto estabilizó las fronteras del Imperio Romano en lo que el consideraba debían ser sus límites máximos de extensión en el norte. El limes Elba-Danubio. Así mismo, finalizó la conquista de Hispania doblegando las últimas tribus celtibéras y particularmente a los cántabras que aun se mantenían rebeldes. Hacia el 17 adC Hispania al completo pasa a dominio romano quedando el territorio organizado en tres provincias.
En el norte Augusto también obtuvo grandes victorias adquiriendo para el Imperio Germania Magna cuyos limes se extendían a lo largo del eje de frontera Rin-Danubio. Augusto recomendó a su sucesor Tiberio que no tratara de extender más allá sus fronteras.
Dinastía Julio-Claudia: los sucesores de Augusto (14-69 dC)
Los sucesores de Augusto no demostraron ser especialmente dotados, evidenciando las debilidades de un sistema dinástico hereditario. Tiberio, Calígula y Nerón fueron especialmente despóticos, dejándose llevar incluso por excesos de locura. Tan solo Claudio, emperador después de Caligula, fue la excepción. A pesar de su apariencia torpe, cojeaba, tenía un tic y era tartamudo fue uno de los emperadores más competentes que tuvo Roma. Su sucesor, Nerón acabó rebelándose contra la ambición de su propia madre mandándola matar. Sus locuras terminaron por ser su perdición por lo que no resulta extraño que en el 68 perdiera el control de varias legiones y ya, sin apoyo alguno y con un Senado deseoso de nombrar a un substituto, el emperador acabó por suicidarse.
Dinastía flavia (69-96 dC)
El imperio entró en una breve anarquía, en la que en un mismo año (69) hubo cuatro emperadores romano hasta que el general Vespasiano pusiera fin al caos. Su mandato se reveló positivo para el Imperio. La sucesión al trono así mismo parecía asegurada dado que tenía dos hijos Tito y Domiciano.
Tito posee una brillante carrera militar en la guerra judía pronto empezó a manifestar caprichos que conducían a la tiranía. Tito gozó de poca popularidad hasta la inauguración del Anfiteatro Flavio, el Coliseo. Paro murió poco después. A su muerte le sucedió Domiciano quien resultó ser igual o peor que los déspotas que le habían precedido. Aplastó a los germanos, pero compró la paz con los dacios; en política interior, acosó al senado, a los cristianos, a su propia familia y acabó comportándose como un tirano paranoico temiendo conspiraciones por todas partes hasta que fue asesinado por su propia guardia pretoriana.
Los emperadores adoptivos o antoninos. (96-180 dC)
Con la muerte de Domiciano empieza la era más grande del Imperio, el mayor periodo de estabilidad política y buena administración como nunca tuvo ni volvería a tener. Por primera vez al Senado Romano se le da la potestad de elegir sucesor y elige a Nerva el año 96, un anciano perteneciente a la nobleza senatorial italiana y sería el último emperador italiano de familia y de nacimiento. Su mayor mérito fue elegir al mejor sucesor posible, Marco Ulpio Trajano, un patricio afincado en la Bética y ascendió al trono en el. Con él, el Imperio Romano consiguió su mayor extensión con las nuevas adquisiciones de la Dacia, Arabia, Mesopotamia, Asiria y Armenia. El imperio llegó a abarcar desde Gran Bretaña al Desierto del Sahara y desde la Península Ibérica al río Éufrates.
Adriano fue el afortunado sucesor de Trajano, quien se encargó de consolidar las conquistas de éste renunciando a los ambiciosos planes de conquista de su predecesor. Devolvió Mesopotamia a los partos y afianzó la Dacia y la Britania romanas, en esta última con la construcción del famoso muro de Adriano al que da nombre. Durante el reinado de los antoninos se volvió a tener en cuenta la voz del Senado como en tiempos de Augusto
Bajo los sucesores de Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio, se produjeron ya los primeros ataques importantes sobre las fronteras romanas sobre todo por parte de los germanos, especialmente los cuados y marcomanos (ver Guerras Marcomanas) y los partos y se producen también los primeros y únicos contactos directos entre Roma y China. Entre el 168 y el 180 la peste antonina azotará el Imperio con virulencia llegando a provocar en Roma picos de mortalidad de hasta 2.000 defunciones diarias. El propio Marco Aurelio perecerá finalmente víctima de la propia peste en medio de su campaña del Danubio contra los Marcomanos.
El emperador filósofo Marco Aurelio rompió la sabia tradición instaurada con Nerva y dio la sucesión a su propio hijo, Cómodo (180-192 dC), esperando que éste concluyera su ambiciosa operación de castigo con la que pretendía incorporar dos nuevas provincias al imperio, Marcomania y Sarmatia. Pero Cómodo, muy al contrario, ofreció rápidamente la paz a los germanos, quienes, agotados, la aceptaron enseguida
Cómodo, tirano y poco competente, se revela como nefasto y despreocupado de los problemas del pueblo y en las fronteras, ocupándose más por divertirse con los juegos, orgías y todo tipo de pasatiempos bélicos y obscenos. La situación de dejadez imperial agrava el malestar en la corte hasta que el emperador es finalmente asesinado.
Dinastía de los Severos (193-235 dC)
Tras un breve periodo anárquico Septimio Severo, militar no perteneciente a la aristocracia romana, consigue establecer una nueva dinastía el año 193. Alejandro Severo es el último emperador de esta línea hereditaria, dando paso a la tercera anarquía. A partir de ahora se suceden en el trono varios emperadores que llegan al poder gracias a haber subido en el escalafón militar por méritos sin ser necesariamente de procedencia noble. El primer emperador de esta nueva era es Maximino el Tracio, hijo de campesinos y procedente de una zona de la actual Serbia.
Crisis del siglo III (235-284 dC)
Esta crisis marcará el inicio de la lenta pero inexorable decadencia del Imperio hacia su colapso final. Durante los 50 años que dura, Roma ve vestir la púrpura a 35 hombres distintos, la mayoría de ellos generales destacados que asumen el poder de la totalidad o de parte del Imperio, generalmente coronados por sus propias tropas. Pocos emperadores de esta época mueren por causas naturales. La crisis se ve acentuada por el azote entre el 251 y el 266 de la terrible peste. Esta situación de caos propicia que:
• El año 260 Póstumo proclame la independencia del Imperio Galo (Galia, Britania, e Hispania).
• El 266 Zenobia se proclama Reina de Palmira haciéndose con el control de Siria y Egipto en Oriente.
• Las tribus danubianas y sus incursiones bárbaras se hacen cada vez más osadas.
Sólo la intervención de Aureliano derrota a Zenobia en el 272 y a Tetrico I (el último emperador de la Galia) en el 274, restaurando la unidad del imperio, y siendo proclamado en Roma como restitutor, lo cual no le salvará de morir asesinado también por su guardia.
Sus sucesores, emperadores-soldado, logran estabilizar el Imperio aun a costa de una gestión desigual.
La tetrarquía (285-324 dC)
No es hasta Diocleciano cuando, por fin, se pone freno a la Anarquía que ya duraba más de medio siglo gracias a las profundas reformas que efectúa. Con él empieza el bajo imperio. Diocleciano recupera el culto al emperador a fin de sacralizar la figura del mandatario supremo evitando así su trivialización y que pudiera ser objeto de las más viles traiciones como había sido costumbre durante la tercera anarquía. Así mismo, decide finalmente dividir, en el 286, los dominios de un imperio que se había hecho difícilmente gobernable y reestructurar su organización territorial y de gobierno imponiendo la tetrarquía.
Diocleano nombro dos Augustos y dos Césares. El Augusto de Oriente era el mismo, con capital en Nicomedia, mientras que el Augusto de Occidente era su amigo Maximiano, con capital en Milán.
Imperio cristiano (324-395 dC)
La muerte de Diocleciano origina la desintegración del Imperio Romano de Occidente sus territorios se constituirán en diversos reinos dominados, cada uno, por una élite de invasores. Constantino I el Grande, hijo de Constancio, volvió a unificar el imperio en el 324 tras derrotar a su rival Majencio en la batalla del Puente Milvio, venció a sus oponentes bajo la bandera de una nueva religión, el cristianismo, y estableció la capital de todo el imperio en la renombrada Constantinopla, antigua Bizancio.
A su muerte, el imperio se repartió entre sus tres hijos quienes pronto comienzan una guerra fratricida que culmina con la victoria de Constancio, el arriano, que queda como emperador único de todo el Imperio Romano.
Valentiniano I volvió a partir el imperio en el 364 recuperándose nuevamente su unidad con Teodosio I, el último emperador conjunto, en 392. A su muerte en 395 la separación del imperio se hizo por fin irrevocable. Su hijo Honorio heredó la parte oeste y Arcadio la parte este del imperio.
El último emperador de Roma, Rómulo Augústulo hijo de un general de Atila, fue depuesto en 476 por Odoacro hijo también de otro general de Atila, y rey de los hérulos, pero el Imperio Romano de Oriente continuó hasta 1453, año en que los turco-otomanos tomaron Constantinopla.

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